Hay metáforas y metáforas, lo cierto es que cualquier referencia simbólica se podría catalogar como una metáfora
Cualquier ejemplo o anécdota que ilustre un hecho o acción merece ser entendido como una metáfora. En este artículo vamos a referirnos a la comunicación metafórica.
¿Qué tipo de comunicación se puede calificar de metafórica? ¿Aquella que no habla de lo ocurrido y lo sustituye por un relato paralelo que pueda dejar imaginar aquello que en realidad se quiere contar? Pues tal vez sí, pero al hablar de comunicación metafórica me quiero referir a una mejora de la comunicación. Debe de ser un enriquecimiento sustancial. El emplear una metáfora no ha de resultar ser un adorno o un mero recreo en la escucha de un discurso.
El poder de una metáfora bien sustentada y elegida ha de ser el vehículo que logre una comunicación de mucho mayor alcance, en el que emociones recuerdos y razonamientos sean elicitados, sacados a flote, en el oyente quedando de ese modo una huella en su memoria mucho más duradera que si no se hubiera empleado la metáfora. Este resultado ha de ser la razón por la que se acuda al empleo de una metáfora.
Comunicación metafórica: Diferencia entre mensaje y comunicación interactiva
Cuando alguien comunica un hecho o una opinión puede no estar llegando a quien le escucha, sobretodo si para éste el mensaje recibido no enlaza con ningún interés o sentimiento que le sea propio. Es posible que esté entendiendo de lo que escucha pero quedará a nivel de la razón y tal vez todo lo que retenga es que el mensaje era lógico e inteligente. Si desea posteriormente acceder al recuerdo tendrá que hacer un esfuerzo específico de memoria e ir en busca del contenido por una única vía lineal y lógica.
El empleo de metáforas en un discurso añade vías de acceso a la recuperación del contenido además de lograr que la comunicación sea interactiva. Lograr que haya una involucración en dicha comunicación. Lograr una respuesta a lo que se está escuchando, aunque ésta sea silenciosa. Lograr que cada uno de los interlocutores esté activamente resonando desde su propia personalidad, gracias a sus experiencias personales y a su nivel de preparación o inteligencia, con lo que está escuchando.
¿Cómo es posible que el empleo de una metáfora logre tal variedad de respuestas?
Digamos, por emplear una metáfora, que la metáfora “pone la pelota en el campo del otro”, del oyente. La metáfora hace una traslación entre los datos, hechos o pensamientos que uno quiere expresar y una anécdota o ejemplo o narración o símbolo. La metáfora hace una abstracción del mensaje elevándolo a una expresión menos encorsetada en la lógica del lenguaje descriptivo y obliga al receptor del mensaje a descifrar, ordenar y entender su significado haciendo uso de sus herramientas.
Al necesitar movilizar todos sus recursos para interactuar con lo escuchado, la comunicación pasa a ser una comunicación interactiva en lugar de pasiva. Al haber tenido que utilizar herramientas múltiples, tales como las experiencias previas, diferentes recuerdos, razonamientos, inteligencia, sensibilidad, imaginación y creatividad para interactuar, quedarán rastros de lo escuchado en muy distintos campos del cerebro-archivo.
Preparación del oyente para recibir una metáfora
El “recibir” una metáfora necesita una cierta preparación: el receptor ha de ser puesto en “modo” analógico, por emplear una metáfora para explicarlo. Necesita pasar de estar empleando la lógica lineal y digital a una forma de escuchar mucho más “elástica”, ágil, capaz de conjugar distintas ideas y habilidades. Recuérdese como los contadores de chistes preparan a su audiencia con una introducción: “Bueno, bueno, yo me sé uno…”.
Esta preparación puede incluir lo que en el marco de la Psicoterapia e Hipnosis Ericksoniana se llama “sembrado” o sea menciones previas a las imágenes o situaciones que se van a emplear en la metáfora. De esta manera el oyente ya habrá localizado el símbolo que se utilizará antes de que el orador haya emprendido la tarea de envolver éste símbolo en un mensaje con una intención, antes de la entrega de la metáfora.
Entrega de la metáfora o “medio mensaje”
Una vez preparado el oyente, se le entrega la metáfora a modo de cuento, anécdota o ejemplo. Lo importante es que la traslación realizada entre lo que se desea ilustrar, comunicar o reforzar y el contenido de la metáfora se mantenga en un punto medio: no ha de ser demasiado críptico ni demasiado obvio. Cualquiera de estos extremos devalúa la eficacia de la metáfora.
El descifrar una metáfora de forma consciente o inconsciente produce satisfacción
La comunicación interactiva ha de ser posible y fluida, debe de apelar a la inteligencia de la persona y producir en ésta la autosatisfacción de haberla descifrado. El oyente no solo habrá recibido la información y habrá activado muchas zonas de su cerebro (visual, afectivo, recuerdos, deducciones, asociaciones, etc.) sino que lo habrá hecho acompañando este proceso con una sensación de satisfacción por ser capaz de descifrar el mensaje: el mensaje final será suyo. Es él mismo quien ha “destilado” el significado. Es él el que acaba de “decirse” el contenido del mensaje. Por eso si el mensaje es demasiado complicado el oyente puede perder interés y decidir no participar en la comprensión, descalificando el mensaje por no “ver la relación entre lo que dice y las imágenes o anécdotas que se cuentan”.
Si la metáfora es demasiado obvia, puede aparecer el aburrimiento, la falta de interés o de estimulación necesaria para mantener la atención y promover la interacción. Por esta razón la metáfora ha de ser un “medio mensaje” para incitar y posibilitar que el receptor pueda colocar la pieza del puzzle adecuada y completarlo. Si la pieza pertenece a otro puzzle o es demasiado fácil de localizar dejará de ser un juego divertido. He aquí una metáfora para explicar en una línea lo de todo el párrafo anterior.
La metáfora ha sido el soporte de toda comunicación oral desde la aparición del lenguaje
La metáfora es un excelente vehículo de comunicación. Precisamente por su ductilidad permite llegar a todo el mundo en el grado en que cada persona es capaz de “responder”. Se adapta a todas las edades y culturas… no en vano se ha empleado siempre y desde siempre.
Para terminar hay muchos tipos de metáforas, se pueden emplear objetos, anécdotas, cuentos, referencias científicas… pero dejaremos estos ejemplos para otro momento…
(nota: esta última frase busca sembrar curiosidad y dejar a cada cual ir imaginando como se puede hacer una metáfora con un objeto… con una referencia científica… etc.)