Pedir ayuda es de seres racionales. No podemos hacerlo todo por nosotros mismos. Cuando se estropea un electrodoméstico, no dudas en llamar a una persona que conozca su funcionamiento y mecanismo y que pueda solucionarte el problema. En cambio, muchas veces nos cuesta pedir ayuda para nosotros mismos. Pedir ayuda no es un fracaso, es un acto de valentía y reconocimiento de limitaciones. Pedir ayuda es reconocer que otra persona tiene más conocimiento que tú en un área y pueda ayudarte.
En el caso de las terapias, muchos son los impedimentos que nos autoimponemos antes de pedir ayuda y nos decimos: “Nadie puede ayudarme”; “Nadie comprende lo qué me pasa”; “Yo no tengo problemas”; “Si muestro mis problemas soy débil”.
La hipnosis es útil para todo proceso en el que interviene el cerebro, y el cerebro interviene en todo proceso humano, desde cicatrizar una herida hasta actuar sobre cualquier problema de índole emocional o psicosomático. Por eso, cuando tenemos un problema de ansiedad, de superación, de duelo, de dolor crónico, de adicción al tabaco, o incluso, deseamos mejorar nuestra concentración, podemos recurrir a la ayuda de la hipnosis y de la autohipnosis que nos enseñarán durante las sesiones.
Existen especialistas que pueden ayudarte y ofrecerte herramientas para superar estas situaciones. La hipnosis Ericksoniana genera un estado agradable durante el cual, sin perder la conciencia, quedan en suspenso las dudas y los temores, produce una gran relajación corporal y muscular favoreciendo un pensamiento activo y creativo a la vez que permite, como ha sido demostrado con estudios científicos, el acceso a funciones habitualmente relegadas al inconsciente.