Extracto del libro “La Hipnosis de Milton Erickson” escrito por Teresa García Sánchez, Dan Short, Betty Alice Erickson y Roxanna Erickson-Klein
Si nos seguimos adentrando en la hipnosis, más concreto en las seis estrategias esenciales de M. Erickson, vamos a encontrarnos con la distracción definida como una separación temporal del pensamiento; una acción que proporciona una mayor cesión de actuación a los patrones de conducta automatizados.
Teresa García y los autores de “La Hipnosis de Milton Erickson” narran que “consiguiendo un progreso involuntario se impide el autosabotaje, puesto que el exceso de celo para combatir un problema impide ver el camino de la solución. Una cierta dispersión del esfuerzo que distrae el protagonismo consciente demasiado alerta por conseguir dicha solución puede proporcionar una vía de actuación eficaz.”
Para entender mejor este concepto vamos a exponer el caso de una doctora, cliente de Teresa García, un caso tratado con hipnosis en el cual se emplea la distracción como estrategia.
Informe de caso:
“Una doctora, cliente de Teresa, aquejada de una fobia a encontrarse en lugares cerrados o profundos como el metro le comentaba con desesperación que en el aparcamiento público cercano a la clínica donde trabajaba le habían asignado ¡una plaza fija en el sótano quinto!
Al verse incapaz de bajar sótano tras sótano y luego emprender caminando la subida, estaba alquilando por su cuenta otra plaza en la planta primera. Además de salirle muy caro, sentía vergüenza delante de los empleados del aparcamiento a quienes se lo había explicado, y hacía verdaderos malabares para salir sola del trabajo y así no tener que justificar donde tenía aparcado su coche a compañeros que lo tenían en el sótano quinto.
Entre otras cosas, Teresa le pidió que le explicara si su reacción de pánico le ocurría siempre en sótanos. Ella lo ratificó. Valiéndose de su profesión de médico, Teresa le preguntó si se tomaría el tiempo de tener ansiedad en un momento de emergencia y añadió: “…porque para anticipar un miedo y generar una respuesta a este hace falta un tiempo, por poco que sea, y si hay una emergencia…”.
Teresa puso como ejemplo “olvidar el miedo” y citó lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial: el miedo a las bombas era olvidado cuando había que ayudar a un compañero caído en combate entre las trincheras. Teresa eligió este ejemplo porque sabía que la doctora había pasado su infancia durante la Segunda Guerra Mundial. De modo que quedó claro que en situaciones similares en las que se actúa sin anticipar, movido por una situación extrema, no se tiene tiempo de anticipar el miedo al miedo. La cliente se quedó en suspenso con la mirada fija, bajó la voz, como si se lo quisiera decir a ella misma, y le contó que hacía unos meses, mientras esperaba a que el empleado le devolviera la vuelta de su mensualidad, había sonado el interfono pidiendo ayuda en el sótano cuarto, porque una niña se había pillado el dedo con la puerta del coche.
Se oían gritos y llantos de la niña a través del interfono y del hueco de la rampa. Entonces (prosiguió con cierta lentitud), me olvidé de la vuelta, no recuerdo que le dije al empleado, volví a mi coche donde tenía un maletín de emergencia, emprendí escaleras abajo guiada por los llantos y estuve en pocos minutos al lado de la niña y del padre desolado. Tras una corta intervención volví a subir seguida por el padre y su hija en brazos. Tras un largo silencio, respetado por Teresa, la doctora se levantó y con una sonrisa dijo simplemente: “Gracias”.
Pocas veces un cliente se da cuenta el mismo de que ya no necesita la intervención, con todo el ritual hipnótico, y finaliza la sesión por sentir la seguridad de haber logrado el cambio que necesitaba. Esto ocurre cuando el cliente sabe reconocer que la primera parte de la terapia ha sido una hipnosis conversacional en la que, guiado por las preguntas, anécdotas, ejemplos y sugestiones, encuentra sus propias respuestas.”